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Tomás Herculano de Jesús Regalado Romero, conocido como Tomás Regalado (Santa Ana, 7 de noviembre de 1861[1] - El Jicaro, Jutiapa, 11 de julio de 1906) fue un militar, estadista y político salvadoreño.
Fue uno de los conspiradores que el 29 de abril de 1894 participó en el derrocamiento del gobierno de Carlos Ezeta y Antonio Ezeta, dentro del movimiento llamado de "Los 44". Ocupó la presidencia de la República, como Presidente Provisorio, al liderar el movimiento que derrocó al presidente general Rafael Antonio Gutiérrez, desde el 14 de noviembre de 1898 al 28 de febrero de 1899, siendo posteriormente electo para el período presidencial 1899-1903, tras el cual ocupó el cargo de Mayor General del Ejército hasta su muerte.
Ferviente unionista centroamericano, cuyo ideal era una patria centroamericana bajo el liderazgo de El Salvador,[2] considerado como el Último Caudillo de Cuscatlán.
Tomás Regalado fue el primer caudillo impuesto, de los muchos, por la naciente oligarquía salvadoreña cuando sus intereses amenazados. Odiaba a Guatemala y en una reunión de líderes centroamericanos en Corinto, amenazó públicamente al representante guatemalteco con anexarse Puerto Barrios en Guatemala, y ésta, y los demás países, le declararon la guerra comenzando la última guerra criollicida del siglo XIX. En el plano nacional Regalado terminó de abolir los ejidoscomunales indígenas, o sea, lo único que les había quedado de los españoles. El robo de los ejidos fue una tarea comenzada por su predecesor Gutiérrez. Pero el cuto confiscó y vendió a precios ridículos las recién robadas tierras de los ejidos indígenas y tierras del gobierno a su familia y allegados. En San Salvador, por ejemplo, las fértiles tierras que conforman las zonas hoy conocidas como colonias Escalón y San Benito eran ejidos indígenas, el cuto Regalado se las robó y las cedió a miembros directos de su familia y familias afines. Esto hizo poderosa a su familia, la cual posteriormente se unió a través del matrimonio a la familia oligarca Dueñas y nació una nefasta clase explotadora en donde un grupúsculo se enriqueció, empobreciendo aún más a una mayoría del pueblo salvadoreño. No fue tonto pues reorganizó y armó bien al ejército para reprimir a sangre y fuego cualquier intento de derrocarlo. Permitió que familiares suyos, familias de los "44", ricos hacendados, y otras poderosas familias criollas, emparentadas o afines a la suya, se apoderaran del comercio internacional del café y de otras vitales importaciones, virtualmente cediendo el comercio exterior a una naciente oligarquía que comenzó a poner y quitar ministros a su antojo, en connivencia con los presidentes de turno.